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Los océanos se están acidificando a un ritmo alarmante, amenazando la supervivencia de numerosas especies y alterando el delicado equilibrio de los ecosistemas marinos.

Este fenómeno, conocido como acidificación de los océanos, se produce por el exceso de dióxido de carbono (CO₂) en la atmósfera, resultado de la actividad humana. A medida que el CO₂ se acumula, una parte significativa es absorbida por los océanos, donde se disuelve y reacciona con el agua de mar, generando ácido carbónico.

¿En qué consiste exactamente la acidificación oceánica?

Los océanos, vastos depósitos de agua salada que cubren cerca del 71% de la superficie terrestre, han jugado un papel fundamental en la regulación del clima de nuestro planeta durante miles de millones de años.

Uno de sus roles más importantes ha sido el de absorber dióxido de carbono (CO₂) de la atmósfera, actuando como un sumidero natural de este gas de efecto invernadero. Este intercambio gaseoso, conocido como ciclo del carbono, ha mantenido un equilibrio relativamente constante a lo largo de extensos periodos de tiempo.

Sin embargo, la actividad humana ha alterado drásticamente este equilibrio natural, acelerando la emisión de CO₂ a la atmósfera a un ritmo sin precedentes. Desde el inicio de la Revolución Industrial, la quema de combustibles fósiles, la deforestación y otras actividades humanas han incrementado exponencialmente la cantidad de CO₂ en el aire.

Un intercambio desmedido

En el pasado, los océanos absorbían CO₂ de la atmósfera a un ritmo lento y gradual, generalmente durante miles o incluso decenas de miles de años. Este proceso natural permitía que el agua del mar se adaptara gradualmente a la presencia del gas, manteniendo un equilibrio químico en el ecosistema marino.

No obstante, la acelerada emisión de CO₂ por parte de la humanidad ha desbordado la capacidad de los océanos para absorberlo a la misma velocidad

Si bien los océanos han experimentado cambios de pH a lo largo de extensos periodos geológicos, estos se producían a velocidades lentas, permitiendo que los organismos marinos se adaptaran gradualmente. Sin embargo, la acidificación actual está ocurriendo a un ritmo unas 100 veces más rápido de lo que ha sucedido en los últimos 300 millones de años.

Para ponerlo en perspectiva, a finales del siglo XVIII, el pH de los océanos era de aproximadamente 8,1. Desde entonces, ha disminuido en 0,1 unidades de pH, una cantidad aparentemente pequeña, pero con un impacto significativo en los ecosistemas marinos.

Consecuencias de la acidificación de los océanos

El CO₂ disuelto en el agua de mar no permanece inerte. Reacciona con el agua, generando ácido carbónico, lo que provoca una disminución del pH del océano, haciéndolo más ácido. Este proceso, conocido como acidificación oceánica, se ha intensificado en las últimas décadas, alterando la química del agua marina.

La acidificación oceánica tiene un impacto profundo en los ecosistemas marinos, afectando a una amplia gama de organismos, como por ejemplo: 

  • Debilitamiento de estructuras calcáreas: la acidez del agua disuelve el carbonato de calcio, un componente esencial para los esqueletos y conchas de muchos organismos marinos, como los corales, moluscos y erizos de mar. Esto los hace más frágiles y vulnerables a daños, dificultando su desarrollo y supervivencia.
  • Alteración de la fisiología: la acidificación del agua también afecta la fisiología de otras especies marinas, alterando su comportamiento, reproducción y capacidad de adaptación.
  • Desequilibrio en la cadena alimenticia: los cambios en las poblaciones de organismos marinos debido a la acidificación oceánica pueden tener un efecto en cascada en la cadena alimenticia, afectando a depredadores y otras especies que dependen de ellas.
  • Intensificación del cambio climático: al disminuir la absorción de CO₂, la acidificación oceánica acelera el calentamiento global. Esto se debe a que el CO₂ que ya no puede ser absorbido por el mar se acumula en la atmósfera, atrapando más calor y amplificando el efecto invernadero.

Tenemos que actuar ya

Si continuamos por el camino actual, sin tomar medidas drásticas para reducir las emisiones de CO₂ y proteger nuestros océanos, el futuro que nos espera es desalentador. La acidificación oceánica se intensificará, con consecuencias devastadoras para los ecosistemas marinos y para el planeta en su conjunto. 

La acidificación oceánica no solo afectaría a la vida marina, sino que también tendría repercusiones en el clima global. Los océanos, reguladores del clima, perderían su capacidad de absorber CO₂ de la atmósfera, acelerando el calentamiento global y sus consecuencias devastadoras.

Las comunidades costeras, que dependen del mar para su sustento y protección, se verían gravemente afectadas por la disminución de la pesca, la erosión costera y la acidificación de las aguas.

Sin embargo, no todo está perdido. Todavía tenemos la oportunidad de cambiar el curso de este futuro sombrío. La clave está en actuar con decisión y urgencia para reducir las emisiones de CO₂ y proteger nuestros océanos.

¿Qué podemos hacer?

Reducir las emisiones de CO₂

La transición hacia una economía baja en carbono es fundamental para frenar la acidificación oceánica. Esto implica invertir en energías renovables, mejorar la eficiencia energética y adoptar prácticas agrícolas y forestales sostenibles.

  • Invertir en energías renovables: fomentar el desarrollo y la utilización de fuentes de energía limpia, como la energía solar, eólica e hidroeléctrica, para reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
  • Mejorar la eficiencia energética: implementar medidas para reducir el consumo de energía en todos los sectores, desde la industria y el transporte hasta los edificios y los hogares.
  • Adoptar prácticas agrícolas y forestales ecológicas: promover prácticas agrícolas que capturen carbono del aire y reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero, al mismo tiempo que se protegen y restauran los bosques, que también actúan como sumideros naturales de CO₂.

Proteger los ecosistemas marinos

Es crucial establecer áreas marinas protegidas y gestionar de forma sostenible las pesquerías para preservar la biodiversidad marina y la salud de los ecosistemas oceánicos.

  • Establecer áreas marinas protegidas: crear zonas marinas protegidas donde se prohíba o limite la actividad humana, permitiendo que los ecosistemas marinos se recuperen y prosperen.
  • Gestionar las pesquerías de forma sostenible: implementar prácticas de pesca responsables que garanticen la sostenibilidad de las poblaciones de peces y la salud de los ecosistemas marinos.
  • Combatir la contaminación marina: reducir la contaminación marina por plásticos, químicos y otros desechos para proteger la calidad del agua y la salud de los organismos marinos.

Fomentar la investigación y la innovación

Invertir en investigación científica es esencial para comprender mejor los efectos de la acidificación oceánica y desarrollar soluciones innovadoras para mitigar sus impactos.

  • Investigación científica: apoyar investigaciones que permitan comprender mejor los mecanismos de la acidificación oceánica, sus efectos en los ecosistemas marinos y las posibles soluciones.
  • Desarrollo de tecnologías: fomentar el desarrollo de tecnologías para reducir las emisiones de CO₂, capturar CO₂ del aire y restaurar los ecosistemas marinos degradados.
  • Monitoreo y seguimiento: implementar sistemas de monitoreo y seguimiento para evaluar el estado de los océanos y la eficacia de las medidas implementadas.

Educar y concienciar

Generar conciencia sobre la acidificación oceánica y sus consecuencias es fundamental para impulsar la acción individual y colectiva.

  • Campañas de sensibilización: implementar campañas informativas que eduquen al público sobre la acidificación oceánica, sus causas y sus impactos.
  • Educación ambiental: integrar la educación ambiental en los planes de estudio para que las nuevas generaciones comprendan la importancia de proteger nuestros océanos.
  • Participación ciudadana: fomentar la participación ciudadana en la toma de decisiones relacionadas con la protección de los océanos y la lucha contra la acidificación oceánica.

Un futuro azul, el ODS 14 y la lucha contra la acidificación oceánica

La acidificación oceánica, como hemos visto, representa una amenaza significativa para la salud de nuestros mares y, por ende, para el bienestar del planeta. Abordar este desafío no solo es crucial para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 14: Vida Submarina, sino que también es esencial para garantizar un futuro sostenible para las generaciones venideras.

Un llamado a la acción global

La acidificación oceánica es un problema global que requiere una respuesta global. Es hora de que los gobiernos, las empresas, las organizaciones civiles y la sociedad en general se unan para tomar medidas urgentes y concertadas para proteger nuestros océanos.

El ODS 14: Vida Submarina nos da un marco de acción para abordar este desafío. Al trabajar juntos para alcanzar las metas de este objetivo, podemos construir un futuro azul sostenible para nuestros océanos y para el planeta en su conjunto.