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En los últimos años, el término “sostenibilidad” ha ganado una popularidad tan grande que corre el riesgo de devorar a otras disciplinas clave. Una de ellas es la ecología, una ciencia fundamental que no solo precede al concepto de sostenibilidad, sino que lo sostiene, lo explica y lo traduce en términos concretos. En un momento en el que el desarrollo sostenible parece ocupar todos los titulares, es imprescindible recordar que no puede haber sostenibilidad sin ecología.

La ecología es la ciencia que estudia las relaciones entre los seres vivos y su entorno. Analiza cómo interactúan las especies entre sí y con los factores físicos, químicos y biológicos que las rodean. Aporta la base científica para comprender los ecosistemas, predecir su comportamiento y tomar decisiones informadas sobre su conservación y uso responsable.

Y si hay un lugar donde este conocimiento puede marcar la diferencia, es en nuestros municipios. Desde la gestión de zonas verdes hasta la planificación urbana o el desarrollo de modelos de producción local, la ecología es una herramienta imprescindible para diseñar territorios resilientes, eficientes y alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

De Humboldt a Muir: los orígenes del pensamiento ecológico

Aunque la palabra ecología fue acuñada por Ernst Haeckel en 1869, sus raíces se remontan mucho más atrás. Filósofos como Aristóteles ya observaban la relación entre los seres vivos y su entorno, pero fue en los siglos XVIII y XIX cuando esta visión se transformó en una disciplina científica gracias a figuras como Alexander von Humboldt.

Humboldt, durante sus expediciones por América Latina, fue uno de los primeros en demostrar que los ecosistemas no podían entenderse de forma aislada: todo estaba interconectado. Su legado inspiró a naturalistas como John Muir, defensor de los parques nacionales en Estados Unidos y fundador del Sierra Club, que a su vez influyó en decisiones políticas clave como la protección de Yosemite por parte del presidente Theodore Roosevelt.

Esta tradición científica y conservacionista sentó las bases tanto de la ecología moderna como del movimiento ecologista, dos caminos distintos pero complementarios.

Ecología y ecologismo: no son lo mismo, pero se necesitan

Como explican expertos como Jaume Terradas o Luis Suárez (WWF España), conviene distinguir entre ecología (ciencia) y ecologismo (movimiento social). La ecología estudia los sistemas vivos y sus relaciones. El ecologismo traduce ese conocimiento en propuestas sociales y políticas para proteger el entorno.

Ambos enfoques se retroalimentan. Sin la ciencia ecológica, el ecologismo perdería su base argumental. Sin la presión ecologista, la ecología tendría menos impacto en la toma de decisiones. Para diseñar políticas públicas eficaces, necesitamos ciencia. Y para activar la voluntad política, necesitamos ciudadanía movilizada.

¿Qué estudia la ecología?

La ecología no se limita a observar árboles o analizar fauna. Es una disciplina multinivel e interdisciplinar que se apoya en la biología, la química, la geografía, la matemática o la sociología. Estudia desde microorganismos hasta la biosfera completa, pasando por distintos niveles de organización:

  • Individuos y su adaptación al medio.

  • Poblaciones de una misma especie.

  • Comunidades formadas por varias poblaciones.

  • Ecosistemas y sus flujos de energía y nutrientes.

  • La biosfera, entendida como el conjunto de todos los ecosistemas del planeta.

Además, la ecología se ramifica en subdisciplinas especializadas, como:

  • Ecología urbana: analiza cómo interactúan las personas con el medio en contextos urbanos.

  • Ecología del paisaje: estudia cómo se conectan o fragmentan los hábitats por la acción humana.

  • Ecología social y humana: incorpora variables culturales y sociales a la relación con el entorno.

  • Ecología evolutiva: investiga cómo cambian las poblaciones y comunidades a lo largo del tiempo.

  • Ecología de la recreación: analiza el impacto de los usos lúdicos del medio natural.

¿Por qué necesitamos hablar de ecología también en el ámbito municipal?

En muchos municipios, la sostenibilidad se aborda desde una perspectiva sectorial o administrativa: eficiencia energética, residuos, transporte, ordenación urbana… Pero si perdemos la mirada ecológica, perdemos la comprensión del sistema natural que sustenta todos esos servicios.

La ecología aporta:

  • Diagnóstico integral del territorio: ¿Cómo afecta la urbanización al equilibrio hídrico? ¿Cómo responde la biodiversidad local al uso del suelo?

  • Prevención de impactos: Permite anticipar desequilibrios ecológicos que luego derivan en costes económicos o conflictos sociales.

  • Criterios para la restauración ambiental: No todo vale. Restaurar un espacio natural requiere conocimiento ecológico.

  • Diseño de soluciones basadas en la naturaleza: Desde la gestión de aguas pluviales hasta el reverdecimiento urbano.

Incorporar la ecología en la planificación municipal es una cuestión estratégica.

El papel de mODS: incorporar la ecología en la estrategia municipal

Desde mODS trabajamos para que la sostenibilidad de los municipios no sea solo una etiqueta, sino una transformación real y evaluable. Y en ese camino, la ecología tiene un lugar fundamental. Por eso, uno de los primeros pasos que proponemos es un diagnóstico de sostenibilidad que incorpore variables ecológicas: desde el uso del suelo hasta la conectividad de hábitats o la presión sobre los recursos naturales.

Este análisis inicial permite diseñar un plan de acción alineado con los ODS, con impacto local y rigor técnico. Un plan que no se limite a cumplir normativas, sino que genere valor para el territorio.

Y todo este proceso culmina en una certificación de tercera parte con el esquema mODS, auditada de forma externa e independiente por Kiwa. Una certificación que no solo acredita los avances realizados, sino que posiciona al municipio como un actor ejemplar en sostenibilidad ambiental y territorial.

Recuperar la ecología para avanzar con sentido

Hablar de ecología no es volver al pasado. Es, de hecho, una forma de avanzar con fundamento. Frente a la tentación de reducir la sostenibilidad a una cuestión de indicadores, herramientas o subvenciones, la ecología nos recuerda lo esencial: sin entender cómo funciona la vida, no podremos protegerla ni gestionarla.

Recuperar la mirada ecológica en la planificación municipal no es solo un gesto científico o ético. Es una inversión en resiliencia, coherencia y futuro.