Las aguas residuales son un tema de creciente importancia en la actualidad, ya que arrastran muchos contaminantes después de su uso, como productos químicos, grasas de cocina, excrementos humanos, orina, y efluentes provenientes de actividades agrícolas e industriales.
Dejar que estas aguas, sin tratar, regresen a la naturaleza es una decisión insostenible que puede acarrear graves riesgos para la salud pública y el medio ambiente, además de significar una oportunidad perdida para mejorar la gestión de nuestros recursos hídricos.
Sin embargo, cuando se tratan adecuadamente, las aguas residuales pueden transformarse en una valiosa fuente de agua, energía y nutrientes, además de contribuir a la creación de empleos en el sector de la gestión ambiental.
En este artículo, exploraremos algunas de las preguntas más comunes sobre las aguas residuales, sus efectos y cómo podemos abordarlas de manera efectiva.
¿Qué son las aguas residuales y qué problema hay?
Las aguas residuales son aquellas que han sido utilizadas y contienen una variedad de contaminantes, como desechos humanos, productos químicos, y niveles perjudiciales de nutrientes. Estas aguas provienen de actividades domésticas, industriales, agrícolas y comerciales, y su tratamiento inadecuado representa un desafío significativo para la salud pública y el medio ambiente.
El problema de las aguas residuales es alarmante debido al creciente volumen que generamos y a la carga de contaminación que arrastran.
La producción de aguas residuales ha ido en aumento, alcanzando entre 360 y 380 mil millones de metros cúbicos anuales en 2015, y esta cifra sigue en ascenso. A pesar de esto, la gestión de estas aguas se ha descuidado en muchas partes del mundo. En 2022, solo el 58% de las aguas residuales generadas por los hogares se tratan de manera segura antes de ser liberadas al medio ambiente.
Esta falta de tratamiento provoca que grandes cantidades de aguas residuales sin procesar se devuelvan a la naturaleza, lo que contamina fuentes de agua dulce, ecosistemas marinos y áreas recreativas. La contaminación de playas, ríos y lagos no solo degrada la calidad de los ecosistemas, sino que también afecta nuestra calidad de vida y tiene repercusiones económicas en sectores como el turismo y el recreo.
Además, la situación es aún más grave, considerando que al menos 2 mil millones de personas en el mundo dependen de fuentes de agua potable que están contaminadas con heces. Esto pone de manifiesto la urgencia de abordar el problema de las aguas residuales y mejorar su gestión para proteger tanto el medio ambiente como la salud de la población.
¿Cómo afectan las aguas residuales a nuestras vidas?
La forma en que recolectamos, tratamos y desechamos nuestras aguas residuales, que incluyen patógenos mortales derivados de desechos humanos y otros contenidos dañinos, tiene un impacto significativo en la calidad y seguridad del agua que consumimos y utilizamos en nuestra vida cotidiana. Cuando la gestión de aguas residuales es inadecuada, las consecuencias pueden ser devastadoras.
En muchas regiones del mundo, las altas tasas de mortalidad relacionadas con la mala calidad del agua son una triste realidad. Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 1,000 niños menores de cinco años mueren cada día debido a enfermedades provocadas por agua, saneamiento e higiene inseguros. Esta alarmante estadística pone de manifiesto la necesidad urgente de mejorar las infraestructuras de gestión de aguas residuales para proteger la salud pública.
Además, una gestión deficiente de las aguas residuales es un importante factor que impulsa la resistencia a los antimicrobianos (RAM). Esto es especialmente preocupante en aguas residuales provenientes de entornos sanitarios, la cría intensiva de animales y la fabricación de antimicrobianos. Cuando las aguas residuales no se tratan adecuadamente, liberan bacterias resistentes y productos químicos antimicrobianos en los cuerpos de agua, perpetuando un ciclo vicioso que amenaza la efectividad de los antibióticos en el tratamiento de infecciones comunes en humanos y animales.
Aunque muchas plantas de tratamiento de aguas residuales han sido diseñadas para reducir la materia orgánica, como compuestos de nitrógeno y fósforo, que pueden causar la eutrofización y la disminución de oxígeno en cuerpos de agua, no siempre logran eliminar completamente los microcontaminantes. Esto significa que micropoluentes como antibióticos y bacterias resistentes pueden transferirse al medio ambiente a través de aguas tratadas, lo que resalta la necesidad de mejorar las instalaciones existentes.
Actualmente, solo se reutiliza el 11% de las aguas residuales generadas, lo que representa un potencial no aprovechado de aproximadamente 320 mil millones de metros cúbicos anuales. Esta cantidad podría proporcionar más de diez veces la capacidad de desalinización global actual, lo que demuestra que hay una oportunidad significativa para convertir las aguas residuales en un recurso valioso en lugar de un problema ambiental.
¿Qué están haciendo los países para solucionar este problema?
Ante el creciente desafío de las aguas residuales y su impacto en la salud y el medio ambiente, muchos países están tomando medidas concretas para abordar este problema, alineándose con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente los objetivos 6.2 y 6.3.
Estos objetivos establecen la meta de lograr, para 2030, el acceso universal a sistemas de saneamiento gestionados de manera segura y mejorar la calidad del agua, reduciendo la contaminación, eliminando vertidos y minimizando la liberación de sustancias químicas peligrosas.
También se busca reducir a la mitad la proporción de aguas residuales sin tratar y aumentar considerablemente el reciclaje y la reutilización segura a nivel mundial.
Un ejemplo notable de cambio rápido se observa en Brasil. Durante las décadas de 2000 y 2010, el gobierno brasileño realizó inversiones que superaron los 10 mil millones de dólares, lo que permitió la construcción de 900 plantas de tratamiento de aguas residuales entre 2013 y 2019. Esta iniciativa ha mejorado significativamente la calidad del agua para millones de personas en el país.
Además, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente ha publicado un informe titulado “Aguas residuales: convertir un problema en solución”, donde se presentan otros ejemplos de sistemas de gestión sostenible de aguas residuales. Estos incluyen soluciones de bajo costo y alternativas que permiten un tratamiento más ágil y eficiente, a menudo basadas en la naturaleza, que pueden adaptarse a las realidades locales.
Para conocer más sobre la situación de las aguas residuales y la calidad del agua en su país o región, se puede acceder al Portal de Datos del ODS 6 de la UN-Water, donde se recopilan indicadores globales que permiten medir el progreso y la efectividad de las iniciativas implementadas.
¿Cómo podemos reutilizar las aguas residuales de forma segura?
Las aguas residuales son el agua utilizada que proviene de inodoros, fosas sépticas y de agua “gris”, que se genera en actividades cotidianas como el lavado de ropa, duchas y fregaderos, así como el agua de lluvia que se recoge de los desagües. La reutilización de estas aguas puede contribuir significativamente a la conservación de los recursos hídricos, pero es esencial hacerlo de manera segura.
Para el agua gris y el agua de lluvia, en muchos casos, no se requiere un tratamiento extenso antes de su uso. Estas aguas pueden emplearse en actividades como el riego de jardines y la limpieza doméstica, lo que permite reducir la demanda de agua potable para estas aplicaciones.
Sin embargo, las aguas residuales que contienen desechos humanos o animales, conocidas como “lodos fecales”, representan un riesgo para la salud y deben ser tratadas adecuadamente en instalaciones especializadas. Existen diversas técnicas de tratamiento que pueden eliminar contaminantes peligrosos y asegurar que el agua tratada sea segura para su reutilización.
Una vez que las aguas residuales han sido tratadas de forma segura, pueden convertirse en una valiosa fuente de agua para diversas aplicaciones, incluyendo el riego agrícola y la refrigeración industrial. Además, los materiales recuperados de los lodos fecales pueden ser utilizados para generar energía o como acondicionador de suelo en la producción de alimentos, lo que contribuye a un ciclo de aprovechamiento eficiente de los recursos.
¿Cómo se relacionan con el cambio climático?
Las aguas residuales desempeñan un papel significativo en el contexto del cambio climático, ya que su tratamiento inadecuado contribuye a la emisión de gases de efecto invernadero.
Se estima que estas aguas representan aproximadamente el 1.57% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, una cifra que se sitúa justo por debajo del impacto climático generado por la industria de la aviación.
Los gases como el metano y el óxido nitroso, que se liberan durante el tratamiento y la descomposición de las aguas residuales, son especialmente potentes en términos de su capacidad para calentar la atmósfera.
Sin embargo, también hay un lado positivo: las aguas residuales pueden convertirse en parte de la solución climática. A través de procesos de tratamiento, es posible generar biogás, calor y electricidad, produciendo aproximadamente cinco veces más energía de la que se necesita para su tratamiento.
Esta energía podría abastecer alrededor de quinientos millones de personas al año, convirtiendo un problema ambiental en una oportunidad de energía renovable.
La gestión adecuada de las aguas residuales no solo aborda la escasez de agua, sino que también apoya los esfuerzos de adaptación de los países al cambio climático.
Por ejemplo, Singapur ha implementado un sistema llamado NEWater, que reutiliza de manera segura el agua recolectada del sistema de alcantarillado público para el consumo humano y otros usos. Esta iniciativa, junto con la desalinización y otras medidas, ha permitido a Singapur reducir la presión sobre sus recursos hídricos y mejorar la eficiencia en el uso del agua, a pesar de enfrentarse a escasez extrema.
En el contexto del cambio climático, las aguas residuales se convierten en una fuente crítica de agua alternativa, especialmente para la agricultura.
No obstante, la recuperación de los costes del tratamiento de aguas residuales ha sido un obstáculo importante en muchos países en desarrollo. Por ello, la necesidad de financiamiento, así como el acceso a fondos climáticos para mejorar el tratamiento de aguas residuales, será crucial en los años venideros.