La pobreza extrema es una de las crisis más urgentes a las que se enfrenta el mundo hoy en día, afectando a millones de personas y limitando sus oportunidades de desarrollo y bienestar. A pesar de los avances logrados en las últimas tres décadas, como la mejora en la vacunación infantil y la reducción de la desigualdad de ingresos entre naciones, los esfuerzos para erradicar la pobreza extrema han encontrado serios obstáculos. Si las tendencias actuales continúan, se estima que para el año 2030, aproximadamente 575 millones de personas seguirán viviendo en condiciones de pobreza extrema, y 84 millones de niños no tendrán acceso a la educación. Además, se prevé que la eliminación de leyes discriminatorias y el cierre de brechas de género en la protección jurídica tarden casi 300 años.
Entre 1990 y 2014, el mundo experimentó un avance notable en la lucha contra la pobreza extrema, con más de 1,000 millones de personas saliendo de esta situación y una reducción significativa en la tasa de pobreza global. Sin embargo, a partir de 2014, este progreso se desaceleró drásticamente, con una disminución promedio de solo 0.6 puntos porcentuales anuales. Este artículo explora la definición de la pobreza extrema, sus causas subyacentes y las estrategias necesarias para erradicarla, abordando así uno de los desafíos más importantes para la humanidad en el siglo XXI.
¿Qué es la pobreza extrema?
La pobreza extrema es una condición que trasciende la simple carencia de ingresos y recursos; es un grave problema de derechos humanos que afecta a millones de personas en todo el mundo. Se manifiesta de diversas formas, incluyendo el hambre, la desnutrición, la falta de vivienda adecuada y el acceso restringido a servicios básicos como la educación y la atención médica.
Según datos recientes, más de 736 millones de personas vivían por debajo del umbral de pobreza internacional en 2015. En la actualidad, aproximadamente el 10% de la población global se encuentra en situaciones de pobreza extrema, enfrentando serias dificultades para satisfacer sus necesidades más fundamentales, como la salud, la educación y el acceso al agua potable y al saneamiento.
La desigualdad también juega un papel significativo en esta crisis. Por ejemplo, se estima que por cada 100 hombres de entre 25 y 34 años, hay 122 mujeres que viven en condiciones de pobreza. Además, se prevé que más de 160 millones de niños continúen enfrentando el riesgo de vivir en la pobreza extrema para el año 2030. Esta realidad resalta la urgente necesidad de abordar la pobreza extrema no solo como un desafío económico, sino también como una cuestión de justicia social que requiere acción concertada y soluciones integrales.
Datos a tener en cuenta
Según la Organización de las Naciones Unidas, en 2023, casi 700 millones de personas en todo el mundo viven con menos de 2,15 dólares al día, una cifra alarmante que destaca la magnitud de la pobreza extrema. A pesar de los avances en la última década, la proporción de trabajadores que se encuentran en esta situación se redujo a la mitad, pasando del 14,3% en 2010 al 7,1% en 2019. Sin embargo, este progreso se vio comprometido en 2020, cuando la pobreza extrema volvió a aumentar por primera vez en dos décadas debido a las repercusiones económicas de la pandemia.
Las proyecciones indican que el objetivo global de erradicar la pobreza extrema para 2030 no se alcanzará, ya que casi 600 millones de personas continúan viviendo en estas condiciones. Esta situación es particularmente grave entre los niños, donde uno de cada seis vive en situación de pobreza extrema. Aunque entre 2013 y 2022 se logró reducir el número de niños que subsisten con menos de 2,15 dólares diarios de 383 millones a 333 millones, el impacto económico de la pandemia hizo que se perdieran tres años de avances en la lucha contra la pobreza infantil.
Además, es importante mencionar que, en 2021, el 53% de la población mundial, lo que equivale a 4,100 millones de personas, no contaba con ningún tipo de protección social. Esta falta de redes de seguridad agrava la vulnerabilidad de los más necesitados y subraya la necesidad urgente de implementar políticas que aborden la pobreza extrema de manera efectiva.
En las últimas décadas, se han conseguido avances significativos en la reducción de la pobreza a nivel global. Por ejemplo, en 2015, el 10% de la población mundial vivía con menos de 1,90 dólares al día, una mejora considerable en comparación con el 16% en 2010 y el 36% en 1990. Sin embargo, a pesar de estos progresos, en 2023, alrededor de 700 millones de personas aún subsisten con menos de 2,15 dólares diarios.
A pesar de estos logros, las proyecciones indican que el mundo no alcanzará el objetivo de erradicar la pobreza extrema para 2030. Se estima que cerca de 600 millones de personas seguirán enfrentando esta situación para entonces. La pobreza extrema tiende a concentrarse en las regiones donde su eliminación resulta más desafiante, como en los países menos desarrollados, en áreas afectadas por conflictos y en zonas rurales remotas.
Además, es importante considerar que casi el 50% de la población mundial vive con menos de 6,85 dólares al día, una cifra que se utiliza como referencia para los países de ingresos medianos-altos. Esta estadística refleja no solo la gravedad de la pobreza extrema, sino también el desafío continuo que enfrenta la comunidad internacional para abordar la pobreza en sus diferentes formas y contextos. Las mediciones de pobreza son, por tanto, fundamentales para diseñar políticas efectivas que respondan a las necesidades de las poblaciones más vulnerables y promuevan un desarrollo inclusivo y sostenible.
¿Qué se está haciendo a nivel global?
A nivel global, se están llevando a cabo importantes esfuerzos para combatir la pobreza a través de la Agenda 2030, que tiene como objetivo garantizar que nadie se quede atrás y priorizar a las personas más desfavorecidas. Alcanzar estos ambiciosos objetivos implica implementar políticas que promuevan un crecimiento económico sostenible, inclusivo y equitativo.
Esto incluye fomentar el pleno empleo y ofrecer trabajos decentes para todos, así como trabajar hacia la integración social, la reducción de la desigualdad y el aumento de la productividad, siempre con un enfoque en la sostenibilidad.
En la Agenda 2030, el Objetivo de Desarrollo Sostenible 1 establece que poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todos los lugares representa uno de los mayores desafíos globales actuales, siendo fundamental para lograr el desarrollo sostenible. A pesar de los avances graduales en la erradicación de la pobreza extrema, la persistencia de esta problemática sigue siendo una preocupación significativa en regiones como África, en los países menos desarrollados, en pequeños estados insulares en desarrollo, y en naciones de ingresos medios y aquellas afectadas por conflictos.
Conscientes de esta realidad, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Tercer Decenio para la Erradicación de la Pobreza (2018-2027). Este nuevo decenio tiene como propósito mantener el impulso generado por el Segundo Decenio de la Erradicación de la Pobreza (2008-2017) y apoyar de manera efectiva y coordinada los objetivos de desarrollo acordados a nivel internacional, incluidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Estos esfuerzos globales subrayan la urgencia de una acción concertada para enfrentar la pobreza y sus múltiples dimensiones en todo el mundo.
¿Qué podemos hacer desde nuestros municipios?
Las administraciones municipales desempeñan un papel crucial en la lucha contra la pobreza extrema, ya que son las más cercanas a las comunidades y pueden implementar acciones específicas y adaptadas a las necesidades locales. Aquí hay algunas iniciativas que los municipios pueden llevar a cabo para erradicar la pobreza extrema:
- Programas de empleo local: crear y fomentar programas que generen empleo en la comunidad, priorizando el apoyo a microempresas y negocios locales. Esto puede incluir la capacitación y el desarrollo de habilidades para aumentar la empleabilidad de los residentes.
- Acceso a servicios básicos: garantizar que todos los ciudadanos tengan acceso a servicios básicos como agua potable, saneamiento, atención médica y educación. Esto puede incluir la mejora de la infraestructura local y el establecimiento de programas de asistencia para las familias de bajos ingresos.
- Apoyo a la educación: implementar programas educativos que ofrezcan tutoría, becas y recursos para los estudiantes de familias en situación de pobreza. Las iniciativas pueden incluir el suministro de material escolar y la creación de comedores escolares para asegurar que los niños tengan acceso a alimentos nutritivos.
- Programas de asistencia social: desarrollar programas de asistencia económica y social que proporcionen apoyo financiero a las familias más vulnerables. Esto puede incluir subsidios de vivienda, ayudas para el pago de servicios públicos y programas de alimentación.
- Fomento de la inclusión financiera: promover el acceso a servicios financieros, como cuentas bancarias, microcréditos y educación financiera, para que las personas en situación de pobreza puedan gestionar sus recursos de manera efectiva y emprender pequeños negocios.
- Políticas de igualdad de género: implementar políticas que promuevan la igualdad de género y empoderen a las mujeres, ya que ellas son a menudo las más afectadas por la pobreza. Esto puede incluir programas de capacitación laboral y apoyo a emprendedores femeninos.
- Colaboración con ONG y la comunidad: establecer alianzas con organizaciones no gubernamentales y grupos comunitarios para identificar necesidades locales y coordinar esfuerzos en la implementación de programas de reducción de la pobreza.
- Promoción de la salud pública: implementar campañas de salud que aborden problemas como la desnutrición y enfermedades prevenibles, asegurando que las poblaciones vulnerables tengan acceso a atención médica y nutricional adecuada.
- Desarrollo sostenible: fomentar prácticas de desarrollo sostenible que promuevan el uso responsable de los recursos naturales y la creación de empleos en sectores verdes, asegurando que el crecimiento económico no comprometa el bienestar de las futuras generaciones.
- Participación ciudadana: involucrar a los ciudadanos en la toma de decisiones y en la planificación de políticas locales, asegurando que las voces de los más afectados por la pobreza sean escuchadas y tenidas en cuenta.
Al implementar estas acciones, los municipios pueden desempeñar un papel activo y decisivo en la erradicación de la pobreza extrema, contribuyendo a la creación de comunidades más equitativas y resilientes.